Preocupación en el FMI por la situación política y el “efecto Cristina”

La negociación con el Fondo entró en un punto de no retorno. El tiro de gracia de la vicepresidenta y el respaldo de Georgieva a Guzmán.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

Argentina no tendrá acuerdo este año con el FMI y transitará todo el período electoral sin la protección cambiaria de Washington. Se trata de una apuesta fuerte: entre abril y junio entrarán muchos dólares, pero el segundo semestre estará seco de billetes. Clarín anticipó la intención de Argentina hace dos semanas. Era la decisión confidencial que impulsaba, a mano firme, Cristina Kirchner y la información exclusiva que manejaban los “lobos” de Wall Street.

Esta semana, la negociación con el Fondo entró en un “punto de no retorno”. El tiro de gracia se lo dio la propia vicepresidenta: enfurecida por el rechazo a sus impracticables ideas de refinanciación. Fue después de que Kristalina Georgieva no aceptó un sondeo que le hizo Martín Guzmán.

El ministro trasladó en Washington la propuesta de Cristina: hacer un acuerdo “light” a 20 años de plazo y con una tasa de interés del 1% anual. Luis Cubeddu y Julia Kozak se lo habían anticipado a Sergio Chodos. Y Georgieva lo ratificó clara y contundentemente: “Imposible”.

Los funcionarios de Washington utilizaron el manual del buen burócrata: afirmaron que no existe un crédito así en la rigurosa reglamentación del FMI. Sin decirlo –para no escalar la pelea– en el FMI trataron de “ignorante” a la vicepresidenta.

Guzmán buscó un atajo a los planteos. Acordó con Kristalina abonar los vencimientos de este año con el dinero extra que entregará el FMI a la Argentina.

El FMI enviará 4.450 millones de dólares a la Argentina. Una ayuda internacional para luchar contra el Covid. Ese dinero –en cambio- se utilizará para abonar los vencimientos impagos. Dólares que se dilapidan para construir el relato electoral anti-FMI que enamora a Cristina.

En otras palabras, servirá para hacer política comicial y no –su verdadero destino– comprar vacunas, estabilizar el dólar o alentar la reactivación. Ahora, Guzmán viajara a mediados de abril a Europa y allí pedirá postergar el pago del Club de París.

Antes de viajar ayer a Buenos Aires, el ministro logró ponerle un “pulmotor” a la negociación. Guzmán dijo en Washington que comparte la posición de Cristina. Pero a diferencia de la vicepresidenta, el ministro quiere un acuerdo. Aunque sea para después de las elecciones. El jefe de Hacienda está preocupado por la falta de dólares.

Cristina y Guzmán tuvieron en El Calafate una reunión frontal y sincera. El ministro le dijo a la vicepresidente que para ganar las elecciones es necesario tener controlado el dólar y que para eso es clave un acuerdo –o cobertura- del FMI. Washington decidió no confrontar con Argentina. Georgieva evitará responderle a Cristina. El jueves, por eso, los auditores del FMI emitieron un comunicado donde hablan de “coincidencias técnicas” con Guzmán. Utilizan siempre el potencial.

Los “lobos” de Wall Street dicen que ese texto se hizo para mantener viva la posibilidad de un acuerdo. Guzmán tuvo un encuentro reservado con bonistas en NYC: prometió un déficit de solo el 3 % este año.

Guzmán –dijo- apuesta a la reanimación económica y al precio de la soja. El indice de la construcción no para de crecer y el plan de obras que implementa Gabriel Katopodis acelera la actividad. Los “tiburones” de Manhattan –de todos modos– tienen reparos con Guzmán. Hay un clima muy adverso hacia la Casa Rosada. También se agregó a las críticas Axel Kicillof. La demanda judicial del Grupo Ad Hoc contra Buenos Aires obedece a una convicción entre los “lobos” de Wall Street: que Kicillof se niega a negociar por una cuestión política electoral. Este jueves hubo un fuertísimo cruce entre el ministro Pablo López y los bonistas.

Un comunicado del Grupo Ad Hoc fue exagerado y agresivo: trató de inoperantes al ministro y a Kicillof. El “papelón” –casi en simultáneo- que protagonizaron Alberto y Cristina exacerba a los ultra. La vice dijo que Argentina no paga la deuda y el Presidente –a la vez- que va a honrar sus obligaciones.

La amenaza de Alberto

Ambos vienen de fuertes desencuentros. Todos los colaboradores lo desmienten, pero en el “círculo rojo” insisten en que hubo un serio altercado entre los dos. Aseguran que Alberto amenazó con irse y Cristina –de mala manera– tuvo que recular. Por eso, Georgieva respaldó y salió al rescate de Guzmán. Conoce que está “bajo fuego amigo”, pero reconoce que es el ministro más racional para negociar. Ocurrió en la reunión que ambos mantuvieron en Washington. Una parte fue a solas.

Según voceros del FMI, Georgieva –en ese momento- lo interrogó sobre la situación política de Argentina. La jefa del FMI tenía un dossier preparado por sus analistas políticos. Ese trabajo –del Departamento del Hemisferio Occidental– habla de las dudas que generan las peleas ente Alberto y Cristina y el giro del Presidente a las radicalizadas posturas de la vice.

También, de la debilidad del Gabinete. En Washington, además, hay críticas por la pobreza de los planteos de la oposición. Los bonos argentinos ya vienen en picada libre. Pero las palabras de Cristina hicieron tocar el récord al riesgo país: 1.600 puntos. Se trata del impacto del “efecto Cristina”. Cada vez que opina de economía y reflota sus vetustas propuestas, los activos argentinos se pulverizan. La vicepresidente lo sabe, pero no puede evitarlo: mucho ego y desprecio por la blandura de Alberto.

En noviembre del 2018, Cristina evaluó ser candidata a presidenta. Tenía un piso del 30% de los votos y Mauricio Macri hacía agua por todos lados. En ese momento le pidió a Alberto Fernandez que hiciera un sondeo en Wall Street. Quería saber qué opinaban los “lobos” si ella ganaba y era presidenta. Alberto le encomendó la tarea a un economista de su confianza: Guillermo Nielsen. El informe fue lapidario. El propio Nielsen le comunicó las conclusiones en una larga conversación a solas con Cristina.

Ese testeo concluyó en que una reelección de Cristina iba a provocar desconfianza y un desplome financiero contra Argentina. Ese informe fue lo primero que llevó a Cristina a repensar su candidatura y buscar un sustituto a Presidente: esa fue la génesis de la proyección de Alberto. Esta idea volvió a irrumpir ahora entre los “lobos” de Wall Street. A medida que Cristina influye más en la Casa Rosada, peor es la credibilidad financiera internacional del Gobierno.

Así, el “efecto Cristina” perjudica directamente a Alberto. Ahora la Casa Rosada tuvo una victoria internacional: fue desplazado el titular de la Corporación Andina de Fomento. La CAF maneja un paquete financiero de 14.000 millones de dólares. Su titular, Luis Carranza, tenía un centenar de denuncias de acoso laboral y despidos injustificados. Entre ellos del prestigioso economista argentino –actuó en la época de Cavallo- Ricardo Sigwald. El disgusto le costó la vida.

El equipo de Gustavo Beliz fue el que impulsó y sumó al reclamo de muchos países contra el peruano Carranza.

La cuestión se evaluó en la UIA y en AEA. Los popes de la poderosa Asociación Empresaria convocaron a Jorge Remes Lenicov. Se trata de un piloto de tormentas. La reunión será el lunes. Remes elaboró una propuesta para intentar salir del “tobogán” de la decadencia argentina. Es un “memo” de 25 carillas. Tuvo un fuerte impacto en el “círculo rojo”. El exministro no lo dice así, pero del texto se desprende. Propone hacer lo contrario a lo que hicieron Cristina, Macri, y Alberto.

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